lunes, 26 de noviembre de 2012

Por tonto






Dejé las rosas en la cocina y me acosté. Clara estaba de espaladas.
“Temo perderla –me dije- : el trabajo, los amigos… Desde mañana la colmo a detalles y empezamos de nuevo.”
Cuando desperté, Clara no estaba. La puerta, abierta. Salí y llegué hasta la piscina. Allí unas rosas se desteñían en el agua.

Félix

martes, 20 de noviembre de 2012

Una noche entre rubias




Será una noche llena de pasión,
entré en el local largo y oscuro,
los cuerpos de esas rubias me excitaron,
despacio ando hacia la barra del pecado.

Mi cuerpo y mí corazón están preparados,
será una aventura loca, toda una fantasía,
me acerco a ella, le agarro con mis manos,
su cuello esta frío, me abalanzo a su boca.

La beso, bebo de su saliba amarga y fría,
el vello se me pone de punta,
un escalofrío recorre toda mi tripa,
desde mi cuello, hasta el ombligo ¡fuua!

Los dos estamos bien calientes ya,
pienso ir a por todas, soy todo vuestro,
le digo “presentarme a vuestra amiga”
Quiero más... ella se va con el camarero.

-¡Disculpa! antes de irte ¿como te llamas?
-Estrella.
-¿y tu amiga?
-Voll-Dam.


Esta ha sido una noche, de aquellas que apetecen, unas buenas cervezas.

Tigre.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Pasado que no olvidasteis y que pagaréis en el futuro


Se creen salvadores de la tierra, se creen dioses del planeta, sobra tinta para ahogar vuestras penas, sobra tiempo para que os pudráis con letras. Ponte detrás del cristal trasparente y no dejes el espejo empañado tristemente. Andáis, voláis, soñáis, ignoráis ¡acaso os creéis algo con vuestras piernas de perdiz! Mira, por allí van dos fantasmas, sus ojos hablan de lo que recogen por el suelo sus sucias y agrietadas uñas. Sin cerebro y sin aliento andáis muertos en vuestro infierno. Grujidos, vales, burbujas sin protección en el interior del rascacielos. Reír, llorar, arrancar el cuero fundido de la piel de vuestro trasero. Brinden, canten, por los que estuvieron y no viven en un triste mar petrolero. Caricias de hielo, fiestas, coches, vulgares, prepotentes, apestáis en vuestro vientre... Cenizas de falsos deseos caen secas en vuestros asquerosos y malolientes ombligos. Saltad, rezad, añorad, anhelad, maltratad y disfrutad todo lo que podáis hasta que venga el ángel del infierno y os haga pagar, ya veréis como aprenderéis a respetar.

Nadie quiere ser como vosotros.

Tigre.



viernes, 9 de noviembre de 2012

LA SUSTITUTA





El hombre que tiraba los cuchillos había tenido que sustituir a la dama que durante los últimos años lo había acompañado en su espectáculo, y, sorprendido, recordó que hacía mucho tiempo no se fijaba en el cuerpo de la mujer a la que ataba a la rueda ocho funciones por semana.
La sustituta tenía unos ojos de una negrura brillante, intensa; su figura, como una fresca espiga de trigo, resaltaba sobre el fondo de la rueda del azar llena de estrellas plateadas que giraba enloquecidamente regando en el auditorio exclamaciones entre admirativas y aterrorizadas. Una muchacha como aquella no se fijaría en un tipo gastado como él, pensaba el lanzador de cuchillos, y no dejaba de pensarlo mientras se sentía atravesado por aquella mirada. Lo miraba de una manera rara que no podía descifrar si era de burla, emoción o éxtasis. Mientras, el público chillaba. Veintitrés cuchillos iban a siluetear el bellísimo cuerpo. El hombre hizo gala de su rutina consciente de que su corazón se volvía torpe. Los aplausos eran atronadores y cada lanzamiento echaba más leña a los ojos de juego de la sustituta, que sonreía. ¿Era sarcasmo o admiración lo que se agitaba en aquellos labios? Incapaz de desentrañarlo, con dificultad llegó el último lanzamiento, y cayó.
Entre nieblas vio la roja firma del destino en aquel pecho maravilloso que nunca podría acariciar. Ella murió en el acto; él demoró unos minutos en alcanzarla, atormentado por la idea de cómo iba a pedir perdón y a declararle su amor.

Rosa Elvira Peláez