martes, 12 de marzo de 2013

El idiota



  
Cuando el sabio señaló la luna, el idiota se quedó mirando el dedo del sabio, y vio que se trataba del índice. Era un dedo arrugado, envuelto en una epidermis desgastada, cuyo tejido anterior se hacía tan fino que el espesor de la sangre, fragmentado en pequeños puntos rojos, se dividía a su vez en forma de tabique, debido a las líneas irregulares que en grupos de cinco separaban a las falanginas de las falangetas. Por la parte posterior, en la superficie de los nudillos, estas líneas eran más numerosas y parecían nervaduras de hoja, pues el sabio era tan viejo que la piel del nudillo era un pellejo de consistencia inerte, y hasta tenía ciertas marcas de los mordiscos leves que el sabio le había dado en los momentos de reflexión. En los demás dedos del sabio había ciertos vellos, que el idiota apenas conseguía registrar con el ojo, tal era su concentración en el índice, distintos de aquellos por ser lampiño, con los poros más grandes y de una uña más pronunciada, curva y de una pátina tenue de amarillo. Su superficie se adivinaba casi tan lisa como la de un cristal, y brillaba. El contorno de la cutícula estaba perfectamente dibujado; no había en su línea cóncava ni el más mínimo desprendimiento. El nacimiento de la próxima uña, blanco y puntiagudo, formaba con la cutícula un óvalo que el sabio miraba a veces, encontrando en él una especie de centro universal cuyo significado desconocía. Se detuvo por fin el idiota en la parte superior de la uña, que coincidía exactamente con el nivel de la yema y cuyo borde se inclinaba hacia abajo. Allí el idiota vio, perfectamente reflejada y redonda, a la luna.

Gabriel Jiménez Eman

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miércoles, 6 de marzo de 2013

Anulada en el mundo – Historias de vida




¿Alguna vez, al sufrir una desilusión, un fuerte impacto del destino, algo inesperado, comenzaste a sentir que tu alma se eleva, tu razón se esfuerza  por comprender qué está pasando, sin repuestas, mientras tu corazón merma en sus latidos, tu cuerpo se enfría lentamente y tu organismo no responde?

Eso es morir en vida ¿Verdad?

Éste no es un relato pesimista, simplemente es lo que se siente cuando una parte de nosotros mismos se va detrás de quien nos abandona, sea por muerte, desamor, egoísmo o mil motivos más. Quedamos estupefactos, desconcentrados, atónitos, sin poder reaccionar ante esa perdida, olvido o indiferencia. Sólo Dios, si es que existe, podrá aclarar el misterioso motivo por el que una persona queda en ese estado. 

-Así está la niña de mis ojos, tan hermosa y tan tierna criatura con apenas veinte años. ¿Qué debe hacer una madre frente a tal desgracia?... –se pregunta Elena.

Ella, cada día debe atender a su hija como si fuese un bebé. Nunca supo cuál fue el motivo de semejante atrocidad. Sólo queda esperar que un bendito día su hija reaccione, y pueda contarle a su madre el motivo, por el cual quedó así, como en otro mundo.

Estrellafugaz.
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sábado, 2 de marzo de 2013

El espejo chino


Un campesino chino se fue a la ciudad para vender la cosecha de arroz y su mujer le pidió que no se olvidase de traerle un peine.
Después de vender su arroz en la ciudad, el campesino se reunió con unos compañeros, y bebieron y lo celebraron largamente. Después, un poco confuso, en el momento de regresar, se acordó de que su mujer le había pedido algo, pero ¿qué era? No lo podía recordar. Entonces compró en una tienda para mujeres lo primero que le llamó la atención: un espejo. Y regresó al pueblo.
Entregó el regalo a su mujer y se marchó a trabajar sus campos. La mujer se miró en el espejo y comenzó a llorar desconsoladamente. La madre le preguntó la razón de aquellas lágrimas.
La mujer le dio el espejo y le dijo:
-Mi marido ha traído a otra mujer, joven y hermosa.
La madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija:
-No tienes de qué preocuparte, es una vieja.
Anónimo