miércoles, 24 de febrero de 2016

Apremio inaplazable

Allá, en la rama más alta de la copa del pino, crascita el cuervo, en equilibrio inverosímil.
Vozna y se escucha, retador, marcando el territorio.
-Todas las hembras que habiten dentro de mi campo visual me pertenecen, absteneos rivales –avisa bizarro y peleón.
Se ha adelantado la primavera, disparando el cohete de salida al juego de la especie propagada, que viene en el venero de la sangre.

Este pájaro astuto tomó la “pole position.”

Félix

Resultado de imagen de Cuervos
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viernes, 19 de febrero de 2016


 Resultado de imagen de Caballo rosa con alas

Numeración incorrecta


“Un día me compraré un caballo de éstos, Rosa y con alas”, dice la niña y señala, en el libro abierto sobre sus muslos, la foto de un flamenco. El hombre, alentado por tanta inocencia, se quita la chaqueta, estrecha su acercanza y escarba los bordes de la hoja sesgada mientras le explica que alguien arrancó una página entre definición e imagen, que después del doce no viene el quince y que imagínate si Genghis Khan hubiera dominado Mongolia sobre un ave de tan frágiles patas. Como si la niña no supiera. Como si no apretara en su puño la hoja extirpada. Como si las cosas no pudieran ser de otra forma.

Isabel González


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sábado, 13 de febrero de 2016

Religiosa

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Sobre la blanca sábana del lecho del amor, resaltaba el rojo de la sangre. Del cuerpo de Vicente, sólo quedaba la cabeza, el resto ya lo había devorado Bárbara, con gran fruición. A punto del beso definitivo, la boca de Vicente acertó a decir:

-¿Sabes, Bárbara? Tú has sido la mejor “mantis” que nunca tuve.

Félix

sábado, 6 de febrero de 2016

Aguafuerte



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De una casa cercana salía un ruido metálico y acompasado. En un recinto estrecho, entre paredes llenas de hollín, negras, muy negras, trabajaban unos hombres en la forja. Uno  movía el fuelle que resoplaba, haciendo crepitar el carbón, lanzando torbellinos de chispas y llamas como lenguas pálidas, azulejas, resplandecientes. Al brillo del fuego en que se enrojecían largas barras de hierro, se miraban los rostros de los obreros en un reflejo trémulo. Tres yunques ensamblados en toscas armazones resistían el batir de los machos que aplastaban el metal candente, haciendo saltar una lluvia enrojecida. Los forjadores vestían camisas de lana de cuellos abiertos y largos delantales de cuero. Alcanzábaseles a ver el pescuezo gordo y el principio del pecho velludo, y salían de las mangas holgadas los brazos gigantescos, donde, como los de Anteo, parecían los músculos redondas piedras de las que deslavan y pulen los torrentes, En aquella negrura de caverna, al resplandor de las llamaradas, tenían tallas de cíclopes. A un lado, una ventanilla dejaba pasar apenas un haz de rayos de sol. A la entrada de la forja, como en un marco oscuro, una muchacha blanca comía uvas. Y sobre aquel fondo de hollín y de carbón, sus hombros delicados y tersos que estaban desnudos hacían resaltar su bello color lis, con un casi imperceptible tono dorado.

Rubén Darío

lunes, 1 de febrero de 2016

Cuadros para una exposición

 
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Silvina regaló  a Joaquín, el pintor, un mechón de su cabello rubio para que hiciera un pincel. Después Silvina regaló a Joaquín, el pintor, su guirnalda de flores, para que hiciera colores. Pareciéndole poco, Silvina regaló a Joaquín su amor para siempre.

Joaquín tomó el cabello de Silvina y confeccionó un pincel; tomó la guirnalda de Silvina y confeccionó colores; tomo después el amor de Silvina, se lo probó, y antes de marcharse en busca de otras inspiraciones, la pintó desnuda y  aumentó su colección.

Félix